Accesibilidad vs Inclusión: Claves para Espacios Verdaderamente Inclusivos

Para dar comienzo al debate que titula este artículo, un espacio que cuente con accesibilidad universal, como por ejemplo: una rampa en el ingreso, barras de apoyo en el costado de las escaleras, entre otras cosas, indica que ese espacio es accesible pero no confirma que sea inclusivo, es por eso que a lo largo de este blog, nombraré, describiré y compararé lo qué es y qué significa accesible v/s inclusivo. Existen diversos artículos que hablan sobre la discapacidad, la accesibilidad universal y la inclusión. Leyéndolos he descubierto que pocos de estos realizan una comparación minuciosa sobre dichos conceptos. Es por esa razón que elijo embarcar este desafío, y exponer mi visión personal sobre las diferencias que, para mí, son fundamentales comunicar y aplicarlas a la comunidad.

Cuando hablo de accesibilidad de un espacio, ya sea público o privado, me refiero y evalúo qué tan independiente puede ser una persona en situación de discapacidad, al usar y gozar de los diversos sectores y servicios de un lugar o entorno en particular. Al referirme a esto, también hago hincapié al proceso que tiene que realizar una persona en situación de discapacidad para ver cómo realizar su traslado para llegar al lugar, desde que sale de su domicilio hasta que llegue al punto específico del lugar de destino, por ejemplo, si tiene que tomar transporte público, evaluar qué micro le sirve, o si toma un taxi o uber, en que sector del lugar de destino lo deja, para que su experiencia, desde un principio, sea agradable. Al fin y al cabo, un lugar determinado puede estar adaptado con perfectas condiciones de accesibilidad universal, como rampas, espacios con medidas de un metro sesenta cuadrado como mínimo, barras de apoyo en lugares de transición, y asientos tipo bancas con respaldos con una inclinación de 60º aproximadamente, para que así las personas de la tercera edad tenga un impulso necesario para pararse y se le haga más fácil levantarse.

En general, un porcentaje alto de la población tiene la noción de que al implementar una rampa en un lugar, creen que ese lugar se transforma en un espacio inclusivo. Sin embargo, están equivocadas, ya que un espacio, para considerarse inclusivo debe cumplir ciertas características básicas en torno a cuán independiente puede ser la niña, niño o adulto dentro de dicho lugar, y si puede o no acudir a ese lugar por sus propios medios. A su vez, cuando la persona interactúa directamente con el entorno, debemos comprender que, dentro de este debe haber herramientas e implementos con los cuales una persona en situación de discapacidad se pueda estimular de una manera efectiva, con la cual refuerce sus habilidades motrices y sus sentidos, como por ejemplo, un columpio: si el columpio es común y corriente, posiblemente una niña o niño que porta una discapacidad motora, tenga una alta dificultad en utilizarlo, y eso puede generar inseguridad en el niño o niña, lo que puede desencadenar algún trastorno de ansiedad, lo cual puede repercutir en otras áreas fundamentales de la vida, como en el aprendizaje, en la capacidad de atención y retención, como también se puede observar en un cambio de conducta, dentro de las interacciones más directas, como en la casa, su comportamiento en el hogar, también su conducta en el colegio.

Personalmente, cuando considero que un espacio es inclusivo, me enfoco y evalúo si cuenta con las siguientes características: si el acceso al espacio es expedito y no nos topamos con alguna barrera del entorno que pueda alterar nuestra movilización, como por ejemplo: las aceras que rodean y que también forman parte del lugar, no tengan hoyos, no tengan desniveles, con los cuales una persona, que porte o no una discapacidad, se pueda tropezar, o sufrir algún accidente. También es importante que cuente con señalética adecuada en lugares específicos para informar desniveles o cualquier alteración fuera de lo “normal”, y así construir calles, veredas, plazas y espacios recreativos que inciten e incentiven a las personas a elegir dicho espacio para pasar un tiempo agradable, de recreación, bienestar y distracción, sin tener la inquietud de poder vivir una situación agobiante o de peligro para las personas que acudan a dicho parque o espacio público. 

Para mí, en particular, un espacio inclusivo es cuando yo puedo realizar la mayoría de las actividades dentro de un entorno determinado, sin la necesidad de solicitar apoyo de una tercera persona. Esto quiere decir que puedo llegar por mis propìos medios, utilizar y gozar de los diferentes espacios, como estar en el pasto, verificar si me puedo transicionar desde mi silla de ruedas a una banca, o acceder al pasto con facilidad.

Las personas que presentan algún tipo de discapacidad, y son usuarias de silla de ruedas, no tiene por qué estar todo el rato en su silla de ruedas, si la persona quiere bajarse de la silla y estar en el pasto o en una banca, que está en todo su derecho, la plaza o parque tiene que contar con la infraestructura para que la persona cumpla ese objetivo.

Respecto al documento de accesibilidad universal, se estipula que las rampas de los espacios públicos debieran cumplir con rampas que tengan una pendiente del 8% como máximo, esto es comprensible debido al esfuerzo que tiene que realizar una persona que tiene movilidad reducida. Sin embargo, nuestra visión, como Curumi-inclusivo, lo ponemos en cuestionamiento, ya que nuestros juegos están diseñados para que sean un desafío entretenido para niñas y niños que porten algún tipo de discapàcidad, para así estimular y fomentar el desarrollo a través del desafío y la autosuperación de cada niña y niño. 

Otro punto importante a destacar es que las rampas que superen el metro cincuenta de longitud, deberán contar con un pasamanos a ambos costados de dicha rampa, con un pasamanos continuos de dos alturas; la primera de 0,95 mts y la segunda de 0,70 mts. Esto mejora el agarre y por ende facilita el traslado de personas en situación de discapacidad. Dentro de edificaciones públicas, de dos o más pisos deberán contar con, al menos, un ascensor, el cual debe tener un metro noventa de perímetro, con la finalidad de que la persona que posea algún tipo de discapacidad tenga la posibilidad de girar y posicionarse para salir del elevador. En caso de que no exista un ascensor, o bien el espacio no cuente con las dimensiones para implementar uno, existen plataformas elevadoras verticales. Estas plataformas, comúnmente, están puestas en un riel, que se posiciona a un costado de la escalera, por la parte interna. Dicha plataforma se puede plegar al momento de no ser utilizada, con la finalidad de no alterar el transito peatonal. 

En conclusión, todo lo descrito anteriormente hace referencia a un espacio inclusivo, si vamos a construir o modificar un espacio público, tengamos en consideración la diversidad del ser humano, para que así construyamos un país amigable e inclusivo con las virtudes que nos diferencian entre las personas.

Estoy emocionado de conocer sus opiniones y experiencias. Los invito a comentar y participar en las discusiones. Cada aporte es valioso para mí, así que no duden en compartir sus pensamientos. ¡Espero sus comentarios!



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