Durante los primeros años de un ser humano, se forman más de un millón de conexiones neuronales por segundo, lo cual no se repetirá en ningún otro momento de la etapa del desarrollo. Estas experiencias, en la etapa temprana del ciclo vital de una persona, son adquiridas por medio del juego y la interacción que tienen con sus pares, las cuales promueven y colaboran a que las niñas y niños desarrollen su aprendizaje, su personalidad, como otras características que mencionaré más adelante.
Un punto importante que me gustaría resaltar, es que invertir energía, tiempo y dedicación en el desarrollo de nuestras niñas y niños no solo beneficia a dichos protagonistas y sus familias, sino que también es una importante contribución al crecimiento y desarrollo económico y la estabilidad sociocultural a largo plazo. Lo que no deja de ser importante, es que también facilita oportunidades decisivas para que niñas y niños tengan cimientos de su desarrollo integral, lo cual repercutirá positivamente en su adultez.
Es imprescindible que el micro sistema de las niñas y niños, ya sea padres, familia extensa, cuidadores, profesores, compañeros de colegio, brinden aceptación, amor, contención, reforzamiento de la autoestima, la autonomía y la autoconfianza además de estimulación mediante el juego, con el objetivo de que nuestras hijas e hijos puedan alcanzar su máximo potencial durante el desarrollo infantil. Desde una mirada de la psicología del desarrollo, a través del juego, nosotros los profesionales de la salud, logramos identificar si nuestros hijos e hijas presentan dificultades en torno a su movilidad, a su aprendizaje, a la capacidad de resolución de problemas, pero también podemos identificar, mediante su conducta, por medio del juego, si está sobrellevando situaciones de vulneración de sus derechos, los cuales son indicadores con abundante relevancia si la niña o niño es víctima de violencia.
Es importante decir que; a través del juego las niñas y niños aprenden habilidades fundamentales y valiosas, las cuales pueden replicar y reforzar en otros contextos de su vida cotidiana; como por ejemplo: compartir con otros niños, desarrollar la tolerancia a la frustración y métodos de canalización, desarrollar la perseverancia.
Por otra parte, desde una perspectiva psicosocial, el ir construyendo lazos interpersonales con personas de su misma edad y de diferentes contextos, refuerza la construcción de su identidad y personalidad, lo que significa que en su adolescencia y adultez sean capaces de ordenar y gestionar sus prioridades personales, familiares y sociales, lo cual repercutirá en la calidad de vida de cada individuo. El efecto de tener una infancia saludable, socialmente apetitosa y con desafíos, es que en su adolescencia y adultez, tendrán sueños y aspiraciones que querrán y se esforzarán por cumplir, y además, que no tiene menor importancia, es que tendrán herramientas de socialización y herramientas parentales que les permitan llevar una vida plena y saludable.